El Roto es uno de aquellos personajes que señalan los sobreentendidos que nadie se atreve a mirar. Es la clásica arma del artista. Pero este dibujante consigue eso de con un 6 y un 4 aquí tienes tu retrato, pues así. A penas utiliza palabras, apenas detalles y pum! te ha escupido en la cara aquello que ya te parecía a ti que no encajaba.
Para mí, que soy ciudadana de a pie a mi pesar, veo el negocio parlamentario como una verdulería virtual. Son todos aquellos personajes satisfechos con cara estreñida que se ponen a discutir de acelgas y acaban reclamando la libertad del derecho, la justicia y la patria potestad de su asiento. En fin, yo nunca acabo encajando por dónde van los tiros, al final siempre me quedo con la cara de feliz estúpida del que por lo menos se ha reído. Porque eso sí, ocurrencias por un tubo, un debate es un cursillo acelerado de cómo estar evitando constantemente el ridículo. Para conseguir cintura olvídense de cremas y háganse políticos.
Pero, tópicos a parte, quizá lo que más me sorprenda de todo es la poca capacidad que tenemos para descubrir cosas tan evidentes como las del "chiste" de arriba. Seguramente se debe a toda la basura que hay que retirar antes de encontrar una realidad aplastante. Y si hablamos de política nos podemos convertir en fregonas ya. Para que el Gobierno funcionara, debería estar prohibido que los políticos hablasen. Muchas personas, juzguen ustedes si inteligentes, ya me han dicho que no escuchan. Yo propongo otra cosa: que el Colegio de Periodistas rehaga en Código Deontológico y prohiba a los periodistas publicar cualquier declaración política. Y ahora me pongo seria, creo que es la única posibilidad de facilitar información verídica a la opinión pública. Los informes deberían ir así:
"El político tal ha informado sobre la subida de pisos otro año más. Ha bajado una ceja, ha mirado a la sala y, con una sonrisa, ha dado la sesión por concluida."
Puro teatro, como la vida misma.
Para mí, que soy ciudadana de a pie a mi pesar, veo el negocio parlamentario como una verdulería virtual. Son todos aquellos personajes satisfechos con cara estreñida que se ponen a discutir de acelgas y acaban reclamando la libertad del derecho, la justicia y la patria potestad de su asiento. En fin, yo nunca acabo encajando por dónde van los tiros, al final siempre me quedo con la cara de feliz estúpida del que por lo menos se ha reído. Porque eso sí, ocurrencias por un tubo, un debate es un cursillo acelerado de cómo estar evitando constantemente el ridículo. Para conseguir cintura olvídense de cremas y háganse políticos.
Pero, tópicos a parte, quizá lo que más me sorprenda de todo es la poca capacidad que tenemos para descubrir cosas tan evidentes como las del "chiste" de arriba. Seguramente se debe a toda la basura que hay que retirar antes de encontrar una realidad aplastante. Y si hablamos de política nos podemos convertir en fregonas ya. Para que el Gobierno funcionara, debería estar prohibido que los políticos hablasen. Muchas personas, juzguen ustedes si inteligentes, ya me han dicho que no escuchan. Yo propongo otra cosa: que el Colegio de Periodistas rehaga en Código Deontológico y prohiba a los periodistas publicar cualquier declaración política. Y ahora me pongo seria, creo que es la única posibilidad de facilitar información verídica a la opinión pública. Los informes deberían ir así:
"El político tal ha informado sobre la subida de pisos otro año más. Ha bajado una ceja, ha mirado a la sala y, con una sonrisa, ha dado la sesión por concluida."
Puro teatro, como la vida misma.
Y encima hoy... ¿por qué nadie le da el Premio Nacional de Poesía?
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