martes, julio 24

Sobre periodismo y convicciones

A FAVOR TURQUÍA EN UE

Los resultados de las últimas elecciones turcas han sido la demostración de la voluntad de la sociedad hacia la modernización y la aproximación del país hacia la UE. La entrada por primera vez de la representación kurda en el Parlamento y el voto de una amplia minoría a partidos independientes, han sido consecuencia del tiempo de consolidación que las ideas laicistas y seculares que han hecho de Turquía el único Estado islámico con fundamentos verdaderamente democráticos.




Con un crecimiento anual del 6%, superior a la media europea, Turquía ha superado con éxito rotundo las crisis que en 1999 y en el 2002 llevaron al pueblo turco a un cambio de rumbo hacia la vía política que se ve ahora consolidada. El gobierno ha demostrado la suficiente seguridad al ser el principal actor de progreso y bienestar frente al ejército, que aparece en el s.XXI como una amenaza a las expectativas de desarrollo e integración en el mercado mundial. Todo ello ha hecho que el puente entre Asia y Europa tenga un PIB superior a muchos países que ya pertenecen a la Unión Europea, como Polonia o Rumanía, con una economía basada en una agricultura todavía sin explotar y donde el turismo les ha permitido manejar una fuente importante de divisas.

A pesar de que se presenten unos datos económicos tan favorables, todavía existen muchos recelos de adhesión a la UE. La confianza europea en sus instituciones ha perdido peso ante lo que parece ya la peste del s. XXI: el islamismo. Pero Reino Unido sigue defendiendo el avance de las negociaciones aunque sea uno de los principales objetivos del terrorismo islámico. El pragmatismo inglés se impone sobre la reticencia centroeuropea a integrar lo que parece un germen para la identidad "conjunta" y laica. Pero Europa sabe que necesita más aliados para crear un mercado interno fuerte que pueda competir a escala mundial con las demás superpotencias y, a pesar de que todavía hay muchos puntos sobre los que Turquía deberá recapitular, ¿no aportaría un capital humano (65 millones de habitantes) y una fuente de materias primas (entre ellas el paso de crudo desde akfjekistan) que de otra forma reduciría la capacidad de competencia de la Unión Europea?

El Viejo Continente debería demostrar su confianza en la democracia, basada en la libertad del individuo y en la voluntad de diálogo de los pueblos sea cual sea su ideología.



EN CONTRA TURQUÍA EN UE


Las elecciones turcas han vuelto a poner sobre la mesa las aspiraciones de adhesión a la UE. Europa no ha tardado en reaccionar y las posturas han vuelto a ser las mismas: Francia y Alemania al frente del no y Reino Unido, junto a España entre otros, apoyando el sí. Las islas inglesas mantienen una postura abierta que les permite su calidad de socio con concesiones en la construcción de la nueva Europa. La postura más precavida de Merkel y Sarkozy tiene más en cuenta el futuro conjunto y de integración a la que se verán expuestas las fronteras. A pesar de que muchos los tachan de conservadores, centro Europa advierte los peligros tanto económicos como ideológicos que supone la unión de Turquía a la UE.

Por un lado, a nadie se le escapa el principal interés de Turquía a adherirse a Europa. Las subvenciones y la posibilidad de un comercio abierto con una de las mayores potencias del mundo preveen un progreso sin precedentes en un país de más de 65 millones de habitantes, donde la principal fuente de ingresos sigue siendo una agricultura neolítica. Los últimos comicios han revelado una estructura electoral anacrónica, basada en las zonas rurales que obtienen mayor porcentaje en sus votos que las ciudades. Además, el carácter conservador e islamista del gobierno turco hace temer por la precaria secularización del Estado y sospecha un avance de la ley religiosa que promueve el Islam, el qual sigue fielmente el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).

Con esta perspectiva es fácil imaginar el porqué de las reticencias europeas a la adhesión. Si desde hace dos años las negociaciones no han llegado a ningún punto en común (la cuestión chipriota, los derechos humanos o los debates internos sobre la integración de la mujer que todavía existen en el panorama político turco) es difícil imaginar cambios próximos. Europa no sólo debe plantearse un mercado común, sino que debe defender una identidad basada en la libertad y el respeto a los derechos humanos como clave de su política democrática.

2 comentarios:

Jusephus dijo...

Continuant el blog a l'estiu. Això és únic en espècie. Lo demés, maricomplejines, com diria el Ximenis Elsants.

altrome dijo...

el continuu x setembre i s'ha de veure com el tinc de descuidat. Lo teu sí que és vocació. Per cert, merci pel post de Le Monde sobre Chavez, molt iluminador.

S'acaba la buena salud i ens veiem aviat..
..citando a los santos? ui quina por!