Y casi diría que ganará, a pesar de que el periodismo tenga prohibido aventurarse así. Y si gana me parece un triunfo de lo que Europa no se cansa de mirar como inocencia americana. Aquí si el político no muestra un poco de mala leche es casi un iluminado. Pero tal como ha dejado las cosas Bush, parece que haya que creer en algo, ahora que no les ha servido sus razones de primera potencia mundial. Y para eso está América, que cuando se pone salta al lado contrario en el momento de redención. Porque si ahora no cambian, no sé cómo van a dar la cara al mundo. Y aunque todo siga igual, a lo mejor un poco de populismo va a poder disimular lo que van a tener que hacer para salir de la crisis. Y tal como ha dicho Bush estos días, se arrepienten de cómo vendieron la guerra, no de hacerla.
Esto de los símbolos en política funciona. Cuatro lágrimas aquí, un saludo por allá y tres palabras duras que no queden. Y en el arte de todo vale también existe el derecho de ser un poco chaquetero. Por eso me alegro de que salga Obama, por lo menos han demostrado que han sabido ver el problema. El yayete bonachón ya no sirve para vender la historia. A estas horas se necesitaba un nuevo efecto.
Por cierto, LO AMO.
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